“Cerramos los ojos, imaginemos un iceberg: gran montaña de hielo que parece flotar en medio del mar, mostrándonos su gran cima”.

Para conocerlo por completo tendremos que sumergirnos, ya que no se ve a simple vista la magnitud del mismo.

En Arteterapia sucede lo mismo debemos sumergirnos, observar, escuchar, explorar y no juzgar para comprender a la persona. Se trata de comprender no sólo lo que es evidente sino lo que es latente, no sólo lo que se dice sino el cómo se dice, llevando a la persona, al aquí y al ahora de la sesión.

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Por ello adquiere tanta importancia el no juzgar para comprender. Partimos de la premisa que escuchar a la otra persona no es un trabajo fácil, “¡tenemos que dejar de escucharnos a nosotros mismos!”, para poder ofrecer a la persona un espacio propio interior. Siempre teniendo en cuenta que en este espacio interpersonal tan complejo es lógico que los pensamientos del arteterapeuta sigan su curso, se entremezclan con los de su paciente en un ir y venir de transferencias y contratransferencias debido a que el terapeuta no es neutro, está lleno de experiencias.

En este flujo comunicativo – personal, el arteterapeuta tiene que mantener una actitud de vigilancia, observando lo que sucede, lo que se dice y no se dice, los silencios, los movimientos y la creación artística. También tiene que observar sus propias emociones debido a que las proyecciones de paciente se encuentran vivas.

D.W.Winnicott, pediatra y psicoanalista Británico nos ayuda a entender mejor este concepto cuando hablaba de: “la madre suficientemente buena1”, a quién define como aquella capaz de dar cabida al desarrollo del self del niño: la madre intuye cuando el niño tiene hambre, intuye cuando llora porque necesita el cambio de pañal, la madre cuando intuye, sabe. La madre acompaña en todo momento a su hijo, articula las emociones que su hijo aún no sabe poner en palabras, la madre dice lo que el hijo siente, reflejando en palabras lo que su hijo muestra en la conducta. Ella poco a poco enseña al hijo a expresar sus sentimientos y emociones de una forma adecuada al contexto cultural en el que está creciendo. La madre modela al niño, modelándose ella, enseña con el ejemplo.

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Las operaciones madre- bebé pueden representarse como una danza sincronizada, un baile en el que hay un alto grado de compenetración entre las protagonistas y en el que es el bebé el que marca el ritmo, el que decide intensidades. Al menos en la primera etapa.

La madre como el terapeuta sólo comprende sin juzgar, cuestiona los actos pero no al actor. Utiliza su propia capacidad para darse cuenta, y despertar la conciencia del otro.

Para poder emprender un rumbo juntos la comprensión y el insight tienen que ser fenómenos compartidos entre el terapeuta y el paciente. El insight lo entendemos como el descubrimiento, la visión interna.

En este sentido subrayamos la importancia de respetar el espacio de la persona al que sólo accederemos con su permiso

Además del respeto al espacio y a la persona (cuando nos da permiso), es necesario entender que no somos tiempo, somos duración, ya que el tiempo es una unidad de medición que nos permite poder organizar nuestro pensamiento y la duración es un concepto más amplio que indica el momento y el espacio que ocupa una persona en su vida, por eso el único tiempo existente sería el presente.

En terapia es necesario tener en cuenta por lo tanto el vínculo entre el terapeuta y el paciente así como el presente, el momento en que se está produciendo ese flujo emocional.

Por eso, la utilización de técnicas artísticas nos ayudan a poder aflorar los sentimientos inconscientes a un nivel de conciencia, permitiendo la exploración y la expresión, es decir, a través de las imágenes, el juego simbólico, la danza, la pintura… se pueden expresar una gran variedad de situaciones emocionales. En definitiva, la fantasía puede examinar un mundo interior, extrayendo lo oculto o eludido y dando la posibilidad de notar que está sucediendo en su vida desde su perspectiva.

En este marco de actuación es necesario que el espacio sea suficientemente seguro, esto nos lleva a hablar del setting, el cual actúa como recipiente de emociones donde los conflictos son volcados y tienen que ser contenidos.

Este concepto setting es un elemento fundamental en arteterapia, es la estructura – base de las sesiones y, a la vez, nos permite dar forma a la relación que se establece entre la persona y el arteterapeuta implicando una serie de normas y límites, adaptadas al usuario.

Para concluir me gustaría recalcar una frase de Louise Bourgeois, artista francesa que dice: “El artista tiene el privilegio de acceder al inconsciente”. En arteterapia también se tiene ese privilegio, viajar y desplazarse por las emociones a través del material, el cual no siempre ofrece un camino fácil para transitar, accediendo a espacios a veces desconocidos siendo éstos una parte más de nosotros mismos, de nuestro modo de ser. Aprender a conocerse tendría que entrar en la lista de los más preciados regalos.

Biografía

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  • Callejón, Mª y Granados I, (2003), Creatividad, Expresión y Arte: Terapia para la Educación del Siglo XXI. Un Recurso para la Integración. Escuela Abierta.
  • Delley, T, (1987), El Arte como Terapia, Heder, Barcelona, España.
  • Gomez, P, V y Ochoa, D, (2008), El Proceso de Terminación en Psicpterapia de Tiempo limitado: Aspectos Clínicos y Técnicas. Revista CES Psicología, Volumen I – Número 2, Julio – Diciembre, ISSN 2011,3080.
  • Herrigel, E. (2009), Lo Zen e il tiro con l’arco, Adelphi, Milano, Italia.
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  • Martín Bravo, C, Creatividad e Insight, Universidad de Valladolid.
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  • The Handbook of Art Therapy, (2014), Routledge, New York, USA.
  • The Introductory Guide to Art Therapy, (2014), Routledge, New York, USA.
  • Winnicott, D.W. (1994), Realidad y Juego, Gedisa, Barcelona, España.